Madrid.- El Mallorca se situó con ventaja en la ida de los octavos de final de la Copa del Rey al vencer ayer por 2-1 al Real Madrid gracias a un gol del venezolano Juan Arango en la segunda parte, que hizo justicia a los méritos locales. Bernd Schuster, el técnico del Real Madrid, rectificó su intención inicial y alineó a un equipo de garantías, con menos suplentes de los previstos, e incluyó una delantera compuesta por Robinho, Raúl y Gonzalo Higuaín. Pero el problema del equipo blanco fue la actitud.
El Mallorca fue mejor que el Real Madrid durante buena parte del encuentro y se adelantó tras varios avisos. Lo hizo a los 23 minutos, cuando disfrutó de un saque de esquina y Trejo aprovechó la pasividad de la defensa visitante para marcar.
Pero apenas hubo tiempo para notar el impacto del tanto porque el Real Madrid igualó 30 segundos después gracias a un gol espectacular de Higuaín. El argentino aprovechó un rechace para conectar una volea espectacular que entró en la portería blanca como un obús.
A los 37 minutos, Trejo tuvo que abandonar el partido por una lesión y entró Arango, un detalle que resultó crucial para el devenir del encuentro, pues el venezolano dio un recital en la segunda parte.
El Mallorca logró el tanto del triunfo a los 49 minutos, cuando Arango progresó hasta la frontal del área y superó al arquero Dudek con un disparo que entró junto al palo. Fue el premio al dominio del Mallorca.
El Real Madrid se sintió herido y Schuster reaccionó a los 66 minutos al introducir en el campo al argentino Javier Saviola, que apenas cuenta para su entrenador. El pequeño delantero tuvo una gran ocasión un minuto después, cuando se encontró un balón a tres metros de la portería local, pero Moyá despejó el lanzamiento.
El final del partido fue una ida y vuelta, aunque el marcador no se volvió a mover. El Mallorca, lleno de suplentes, se llevó un triunfo merecido ante un Real Madrid que deberá mejorar mucho si quiere remontar en la vuelta, a disputar la próxima semana en el estadio Santiago Bernabéu.
En el otro encuentro jugado hoy, el Atlético de Madrid cedió un empate sin goles en casa ante el recién ascendido Valladolid, con lo que se complicó notablemente la vida en un torneo que está entre sus preferencias. El Atlético de Madrid disfrutó de las mejores oportunidades en la primera parte, especialmente por la movilidad de Diego Forlán, quien se toma cada partido como si fuera el último de su carrera. A los 26 minutos, el uruguayo dispuso de un nuevo mano a mano con Alberto y mandó el balón al palo.
A la hora de partido, Aguirre se dio cuenta de que su equipo estaba mareado y miró hacia su banquillo para encontrar el rostro del argentino Sergio Agüero, su gran estrella, que saltó al campo para intentar desnivelar la contienda. Pero el problema del Atlético de Madrid era su mala circulación de balón, su inexistente movilidad en ataque, su falta de desmarque, su apatía. Demasiadas cosas para merecer algo mejor que un empate.