MADRID.- La eficaz maquinaria en la que se ha convertido el Real Madrid está desmoralizando a sus enemigos, que no ven la manera de descontar puntos al equipo blanco, el autoritario líder de la Liga española, que mantiene un ritmo de récord.

En el clásico del domingo ante el Atlético de Madrid, el Real Madrid asestó un enorme golpe a sus adversarios al ganar por 2-0 con más sencillez de la prevista.

Con este triunfo, no sólo descartó prácticamente a los rojiblancos de la lucha por el título, sino que dio un sonoro golpe de autoridad al mantener los siete puntos de ventaja sobre el Barcelona, que se llevó una desilusión.

El Real Madrid tiró de argumentos bien conocidos esta temporada: fortaleza mental, eficacia en ataque y talento de futbolistas como el arquero Iker Casillas o el delantero Ruud van Nistelrooy. Con estos valores acumula siete triunfos consecutivos y 50 puntos en 20 jornadas.

El líder de la Liga española ganó en uno de sus escenarios favoritos, el estadio Vicente Calderón, y ante un enemigo que se ha convertido en amigo en esta era.

El Atlético de Madrid no ha ganado al Real Madrid desde 1999, un “maleficio” que todavía perdura, por lo que hoy la depresión de su hinchada alcanza cotas históricas.

Da la impresión de que el Real Madrid puede ir al fin del mundo mientras tenga a futbolistas como Casillas o Van Nistelrooy. El arquero acumula un récord personal de seis partidos sin recibir un gol y sus intervenciones en cada cita son prodigiosas.

Van Nistelrooy Por su parte, Van Nistelrooy lleva 12 goles y sentenció el clásico con el segundo tanto al borde del descanso.

Y cuando se apaga, aparece Raúl, que está viviendo una segunda juventud y ya cuenta con nueve tantos en la Liga española.

La hinchada blanca respira enorme optimismo al ver el calendario, pues su equipo ya ha visitado con éxito todos los campos fuertes: derrotó en su feudo al Barcelona, al Atlético, al Villarreal y al Valencia. Recibirá en casa a todos ellos en la segunda vuelta de la Liga española.

El Barcelona presenció la jornada con profunda decepción. Primero, porque esperaba una “ayuda” del Atlético de Madrid; y segundo, porque su partido ante el Racing de Santander no invitó al optimismo.

Ganó por 1-0 gracias a un regalo de la defensa visitante y al oportunismo de Thierry Henry, pero su juego fue muy decepcionante.