VITILLAS AYUDARON A RODRIGUEZ AMAR EL BEISBOL
16:58Rafael Rodríguez, quien el pasado domingo acordó por 2.55 millones de dólares espera tras lograr su contrato con los Gigantes de San Francisco,, demostrar sus habilidades para mantener en alto el nombre de su pueblo y cumplir la promesa realizada a sus padres, a su entrenador de que se convertirá en un pelotero de las Mayores. Este prospecto, criado en el barrio de Los Albañiles, bajo el amparo de sus padres y sus abuelos es el hijo mayor del matrimonio integrado por Rafael Orlando Rodríguez (maestro constructor) y Santa Arcadia Sánchez (ama de casa), junto a sus otros dos hermanos, Nadía María, de ocho años, y Juan Daniel, de tres. Un poco tímido, de mirada huidiza y sonreír nervioso, pero con una claridad y firmeza extraordinaria al momento de hablar sobre su carrera profesional y de sus propósitos inmediatos, “Estoy concentrado en seguir trabajando duro, ahora es que debo fajarme para convertirme en un buen jugador de Grandes Ligas”, expresó el bisoño, mientras permanecía en su hogar junto con sus padres y demás familiares. Los expertos lo califican r dueño de un enorme talento, de esos que abundan poco, capaz de batear para promedio y poder, dueño de un brazo de cañón y unas prodigiosas piernas, que a pesar de su tamaño lo llevan a hacer 6,5” desde las 60 yardas. Sus cualidades atléticas la adorna con una educación y formación familiar de calidad, ya sus padres lo hicieron con el método tradicional de la familia banileja”, según expresa su madre, quien afirma que de 9:00 a 10:00 de la noche ya Rodríguez está en cama. “Lo hemos criado con cariño, amor y respeto, pero con mano dura, pues no hemos querido que se convierta en un joven de la calle como tanto que deambulan perdido en la actualidad. Al momento de su firma cursaba el tercero de bachillerato, en un colegio de la ciudad, y según refiere el novel atleta la matemática es su materia favorita, aunque afirma que no siente temor por ninguna, “Le pegó bien a todas”, así se expresa al preguntársele sobre este particular. Su madre explica que Rafael nació frente al estadio de Escondido, una comunidad rural de Baní, y que desde pequeño demostró su vocación por el béisbol, con apenas siete años “obligaba al papá al lanzarle vitillas”, y desde que llegaba de la escuela salía corriendo para el play, asegura Arcadia Sánchez. Sus padres tienen cinco años separados, pero ante el cuidado de sus hijos siempre han estado unidos, de ahí que Orlando siempre ha estado atento a Rafael y sus necesidades, dice Arcadia. Cuenta que el joven atleta, cuando la veía llorando por aquella separación siempre le prometía, “no se preocupe mamá que cuando yo consiga mi firma voy a comprar una casa para que todos volvamos a vivir juntos”. La vida le ha concedido ese deseo y él mantiene su ofrecimiento.
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